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EL TC cerró el gran premio del bicentenario con un inolvidable paseo desde la 9 de Julio a San Isidro

EL TC cerró el gran premio del bicentenario con un inolvidable paseo desde la 9 de Julio a San Isidro
El Turismo Carretera le brindó su tributo al Bicentenario de la Patria con un paseo inolvidable que dio comienzo en la avenida 9 de Julio, muy cerca del Obelisco, y culminó en San Isidro, previo paso por la localidad bonaerense de Vicente López.
No fue una presentación más de la categoría más antigua y popular de la Argentina, ya que esta vez el TC se vistió de gala para acelerar y mostrarle a la multitud que pobló las calles la sinfonía particular que generan los seis cilindros de una de las categorías únicas del mundo.

Pasadas las 14 y después que Fito Páez tuviera una sesión de ensayos parecida a uno de sus grandes recitales se vivió el hecho histórico para el automovilismo nacional, porque 41 autos de Turismo Carretera y 24 de TC Pista, los mismos que corrieron el domingo en Rafaela y con sus pilotos titulares a bordo, sacudieron el centro porteño y a la gente que se dio cita a lo largo del recorrido de la competencia.

La largada fue en el Obelisco y los autos siguieron hasta Avenida del Libertador, luego tomaron por Figueroa Alcorta, Cantilo, Maipú y llegaron a la municipalidad de Vicente López para el final de la primera etapa. El destino final fue el municipio de San Isidro.

El circuito de la prueba comenzó con el recorrido citado precedidos por el pace car de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, en salidas cada 10 segundos y a una velocidad de 80 ó 90 km/h.

El primero en abrir la caravana fue el Dodge naranja del "Pinchito" Castellano, el ganador de la prueba del domingo en el mítico Rafaela. Detrás hizo lo propio el del juninense Gabriel Ponce de León (Ford) y posteriormente los Chevrolet del JP Racing tripulados por Christian Ledesma y el pentacampeón Guillermo Ortelli, uno de los más asediados por los simpatizantes. Así, uno a uno fueron arrancando los protagonistas. Todos ellos quemando caucho al por mayor y mostrando la potencia única que poseen los autos del TC.

Entre los autos de TC y del TC Pista, los que precedieron a los de la categoría mayor, hicieron lo propio autos emblemáticos de la categoría que hicieron historia en épocas diferentes en casi 73 años, desde aquel primer Gran Premio del 5 de agosto de 1937.

Estuvieron la cupecita de Angel Lo Valvo (ganador de ese primer suceso de la categoría), la de Juan Manuel Fangio, la de Juan Gálvez, la "Galera" de los Hermanos Emiliozzi, el "Chevitú" de Jorge Cupeiro, el "Trueno Naranja" conducido por el legendario Carlos Pairetti, la "Chevy" de Roberto José Mouras manejada por Gastón Mazzacane, el Dodge de Octavio Suarez, y el Dodge del Tony Aventin, primer campeón de la marca.

Sin dudas, fue el cierre soñado de la carrera que comenzó en Rafaela, diferente por cierto y única para festejar una fecha memorable para los argentinos. En la previa, y rodeados de una multitud, los casi 90 autos de la máxima categoría del automovilismo nacional permanecieron desde la noche previa en un improvisado parque cerrado, instalado sobre la misma avenida 9 de Julio.

Durante la hora previa a la largada, los pilotos se dedicaron a firmar autógrados y saludar a los fanáticos, y obviamente el "Guille" Ortelli fue el dueño absoluto del afecto de la gente.

También el último ganador Jonatan Castellano se "cansó" de firmar autógrafos y recibir muestras de afecto.

La escala en Vicente López y la posterior llegada en San Isidro también fueron una fiesta total, con gente por todos lados y el apoyo cálido que rodeó a los ídolos del TC. "Quedó demostrado que la pasión no se compra con nada", dijo a DyN Fernando Miori, gerente de la ACTC, luego de hacer un balance de lo sucedido en esta fiesta de la Patria y del deporte motor.

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