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Una multitud acompaño el desfile de las colectividades por el bicentenario

Un multitud acompaño el desfile de las colectividades por el bicentenario
Miles de personas colmaron el Paseo del Bicentenario para observar el Desfile de la Integración, que abrió la marplatense Guardia Nacional del Mar y encabezó la delegación de Países Arabes en su marcha por la avenida 9 de Julio, hacia el Obelisco, que no se interrumpió por la lluvia.
El público entusiasmado aguardaba el paso de descendientes de extranjeros que llegaron al país cuando no había internet, aviones ni cámaras web para seguir en contacto con sus familias, y otros de corrientes migratorias más recientes, en la destemplada tarde de este domingo pleno de banderas celestes y blancas.

La colectividad árabe, que cuenta con unos 4 millones de miembros en el país y constituye la tercera en cantidad, inició el desfile con trajes típicos y jóvenes bailarinas con caderines que bamboleaban al ritmo de la danza del vientre.

Cuando iniciaba su paso la delegación de Alemania, que tiene en Argentina unos 2 millones de miembros y portaba coloridas vestimentas y estandartes, se abrieron los paraguas porque comenzó a llover cuando iniciaba su paso la colectividad de Armenia.

La siguió una nutrida representación de Bolivia, que con ritmos del Altiplano, carros, ropajes y gorros típicos de fuertes colores danzó por el Paseo del Bicentenario.

Las delegaciones recibieron el aplauso del público y de las autoridades ubicadas en en palco a la altura de Avenida de Mayo donde estaban el canciller, Jorge Taiana, junto a embajadores, diplomáticos y otros funcionarios.

Austríacos y sus descendientes, de los que Argentina alberga la mayor colectividad en Latinoamérica, lucieron al son de los acordeones trajes tradicioneles como los tiroleses, con profusión de blanco y rojo en las mujeres y blanco y negro en los hombres, de pantalones a las rodillas, tiradores y sombreros con pluma.

La representación de Brasil -poco numerosa a criterio de la gente- portó una réplica del Cristo Redentor, monumento emblemático de Río de Janeiro, y "sambó" llenando de alegría la 9 de Julio, seguida por la búlgara -con unos 40.000 descendientes en el país-, engalanada con chaquetas, blusas y delantales con sus bordados característicos.

Detrás marcharon los coreanos, colectividad con unos 13.000 miembros, y los colombianos, detrás de una bandera que cubría de lado a lado la calle, con mujeres con peinados adornados haciendo volar las polleras en los giros de la danza.

Chile portó su bandera tricolor junto a la argentina y al ritmo de la cueca mostró la galanura que caracteriza a sus mujeres ante el pícaro acoso de los varones -de poncho y sombrero- en esa danza representativa de su cultura.

La delegación de Croacia mostró luego el colorido de ese país del centro europeo y detrás pasó la de Ecuador, de pieles morenas, ritmos tropicales y ropajes con volados.

"La comunidad china celebra el bicentenario de Argentina" decía un gran cartel rojo con letras amarillas que presidió el desfile de esta comunidad asiática -de unos 80.000 miembros-, en la que hubo niños pequeños con trajes tradicionales y una gran cantidad de jóvenes vestidos totalmente de amarillo que hacían serpentear un largo dragón rojo y dorado.

Los escoceses realizaron un sonoro desfile con gaitas y bombos, engalanados con sombreros, boinas con pompones, trajes, faldas y mantos a cuadros con los colores que identifican los clanes, que tienen unos 100.000 descendientes en Argentina.


Dinamarca puso una nota singular al recrear una lucha con hachas y espadas entre guerreros con cotas, cascos y escudos. Siguieron la delegación de Eslovenia, que lució sus ropajes típicos y rubias cabelleras femeninas, y de Grecia, cuna de la cultura de occidente -jaqueada por una grave crisis-, bajo el ondear de banderas azules y blancas.


España -presente en estas tierras desde 1516 y de la que el entonces Virreinato del Río de la Plata se separó en 1810-, la más ligada a la Revolución de Mayo, llevó al Paseo sus trajes regionales, austeros unos y de vibrante colorido otros.


La nutrida delegación tuvo niños bailando enérgicamente la jota, golpeteo de castañuelas, sones de tambores y de gaitas ejecutados también por las mujeres. Millones de argentinos llevan sangre española, segunda colectividad en importancia númerica en el país.


Los irlandeses, que tienen en el almirante Guillermo Brown -fundador de la Armada- un héroe nacional, protagonizaron otra de las sonoras y alegres marchas, haciendo sonar sus gaitas y con predominio del color verde como cada 17 de marzo cuando festejan el día de su patrono, San Patricio, aunque esta vez la cerveza estuvo ausente.


Hungría, con una colectividad de unos 50.000 miembros en el país, encantó con sus bellas jóvenes de graciosas faldas fruncidas a media pierna, delantales y medias blancas típicas de su vestuario.

Luego llegó el turno de Italia, una de las más numerosa de las colectividades, cuya sangre corre también por las venas de millones de argentinos.

Panderetas, trajes regionales, patinadoras vestidas de blanco y con cintas rojas y verdes que recreaban la bandera de su país, trajes de legionarios romanos, dos grandes Cristos crucificados y estandartes de sus regiones integraron esta presentación.

Muchos pensaron que la fiesta había terminado cuando pasaron los Bomberos Voluntarios de La Boca en antiguas autobombas rojas haciendo sonar sus sirenas, pero el desfile siguió -bajo la llovizna intermitente- con la representación de México, que llevó al frente a un grupo de mariachis con sus grandes sombreros que hacían cantar al público.

La marcha de Japón fue presidida por una solemne comitiva, seguida por mujeres de delicados kimonos y cabellos recogidos, en contrate con la energía del numeroso grupo juvenil, algunos de negro y otros de vivos colores, que exhibieron su destreza al son de los tambores.

Los lituanos, desfilaron con sus trajes típicos: casquetes, trenzas, anchas vinchas, cintas y pañuelos en las cabezas de las mujeres, con delantal sobre las polleras y blusas blancas, y chalecos y corbatines en los hombres.

La delegación de Nigeria -primer rival de Argentina en el Mundial de Sudáfrica, el mes que viene-, recibió aplausos en su paso por el Paseo del Bicentenario, donde el desfile continuó y reinaba el clima de alegría y unidad.

"La Argentina es un ejemplo mundial de diálogo y convivencia", decía un cartel de la comunidad islámica.

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