En lo social, representó el inicio de un proceso de reconstrucción de las zonas devastadas por el sismo que demandará la reorientación de presupuestos y políticas a la atención de las urgencias de la población y la recuperación de la infraestructura, los servicios y la producción.
La austera y breve ceremonia fue sacudida por tres fuertes réplicas: la primera de mayor intensidad de 6,9 grados de Richter según la medición del Servicio de Geología de Estados Unidos, cuando los mandatarios extranjeros ingresaban al recinto; la segunda cuando Michelle Bachelet -todavía en ejercicio de la presidencia- revistaba las tropas en las afueras del Congreso; y la tercera cuando ingresó y era ovacionada.
Horas después, Piñera debió apelar entre sus primeras decisiones de gobierno a decretar el estado de catástrofe en la Región de O'Higgins, lo que "permite movilizar a las fuerzas armadas" para "garantizar a partir de esa misma noche el orden público y la tranquilidad ciudadana".
Recalcó que "la mantención del orden público y la provisión de servicios básicos que permiten una vida digna para la gente van a ser nuestra permanente y absoluta prioridad", sin descartar extender el toque de queda nuevamente.
"No queremos nunca más que se repitan las escenas de saqueos, pillajes y vandalismo que vimos en las ciudades de Concepción y Talcahuano", apuntó momentos antes de partir hacia Rancagua, en una visita previa a la ciudad de Constitución, de las más afectadas por el sismo inicial de hace 12 días.
Al acto de traspaso asistieron los presidentes de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner; de Uruguay, José Mujica; de Paraguay, Fernando Lugo; de Perú, Alan García; de Bolivia, Evo Morales; de Ecuador, Rafael Correa; y de Colombia, Alvaro Uribe.
También participaron el príncipe de España, Felipe de Borbón; el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza y el presidente de la OIT, Juan Somavía, ambos de nacionalidad chilena, y el senador y ex presidente Eduardo Frei, quien fuera el candidato de la Concertación en las últimas elecciones.
Tal como marca la tradición institucional, el mandatario electo recibió por la mañana a sus ministros y posó con ellos para la foto en la residencia oficial de Cerro Castillo, en el balneario de Viña del Mar, y desde allí partió a las 11.35 hacia el Congreso para aguardar a la mandataria saliente.
La ahora ex presidenta Michelle Bachelet se reunió temprano por última vez con su gabinete en el Palacio de la Moneda, y en un emocionado mensaje dijo que se va con "una mezcla de emociones: por un lado muy tristes por el dolor de tanta gente, y tranquilos porque hemos cumplido lo que comprometido con la gente".
En medio del llanto de varios ministros y subsecretarios, Bachelet se asomó también por última vez a uno de los balcones de La Moneda para saludar a una multitud que la aplaudía y gritaba vivas en las afueras del palacio.
Piñera recibió la banda presidencial de manos del presidente del Senado, el concertacionista Jorge Pizarro, y la pinocha de O'Higgins por parte de la saliente Bachelet.
Tras la salida de la ex mandataria, Piñera tomó juramento a sus ministros, con lo cual cumplió con la ceremonia y se retiró nuevamente a Cerro Castillo para recibir a los presidentes latinoamericanos con un almuerzo de trabajo, los que -por precaución- fueron rápidamente desalojados del Congreso.
En un primer mensaje tras ser investido presidente, el millonario de 60 años, expresó que el país tiene que ser capaz de secar sus lágrimas y poner manos a la obra en la reconstrucción, tanto en lo material como en lo espiritual.
"Es en estos momentos, y con la ayuda de Dios, tenemos que demostrar nuestra fortaleza, temple, coraje, voluntad y decisión, sin olvidar a nuestros muertos y seres queridos que ya no están", expresó Piñera.
También confirmó su visita a "la ciudad de Constitución como una forma de demostrar que esta nueva forma de gobernar, de compromiso con las soluciones, va a ser el sello de nuestro gobierno y va a partir hoy mismo".(Télam)