Como la mayoría de los boxeadores, "La Hiena" vislumbró al calzarse los guantes un futuro alejado de las penurias y desamores de una infancia terrible, marcada por ausencias paternales. "Si ahora estuviera abierto, me la pasaría en el Ital Park -confesó hace poco- Juntaba monedas abriendo puertas de taxis en la puerta, pero nunca lo pude conocer. Había un cartel de mierda que decía: 'Los menores de edad deben entrar acompañados por un mayor'".
En su adolescencia, mientras comenzaba a recorrer los circuitos amateur, consiguió trabajo en la seguridad de un boliche suburbano a pesar de medir un escaso metro setenta de altura, gracias a la fama que había ganado como peleador callejero.
Sus compañeros de entrenamiento recuerdan que ya en aquel entonces se preparaba cada día como un púgil profesional, obsesionado por realizar el sueño americano y cambiar su vida para siempre.
Nacido en Tigre el primero de agosto de 1976, debutó como profesional 20 años después, venciendo por nocaut técnico al "Perro Bravo" Martínez en el segundo round.
La gloria llegaría un poco más tarde, el 4 de agosto de 2005, cuando se impuso por la misma vía al estadounidense Mike Anchondo en el cuarto asalto de un combate desarrollado en Miami. Luego de tres defensas exitosas, fue destronado el 16 de septiembre de 2006 por el dominicano Joan Guzmán y ya no volvió a ser el luchador de antes. La fama y el dinero lo relajaron, por lo que poco a poco fue perdiendo terreno en su carrera y cediéndole paso a los excesos.
"Yo tuve que aprender a ser padre, antes que hijo", suele repetir, y esa vivencia, o otras igual de crueles, lo empujaron a beber e irrumpir en las instalaciones de un canal de televisión para patear el auto de otro bravucón, el artista marcial Jorge "Acero" Cali, tras haber recibido un insulto a larga distancia en diciembre.
Llegó a Mar del Plata a vivir la vida. Se fotografío en el ingreso a teatros. Hasta que llegó la tarde de la tragedia, a bordo de una lujosa camioneta que difícilmente se hubiera imaginado tener en sus manos en los tiempos infantiles de privaciones, la misma que lo llevó a un pozo aún más profundo.
