“El no reconocer las uniones homosexuales no deja de lado todos los derechos que la sociedad le reconoce a cada uno de estos individuos, por lo que es falso que se diga que tienen menos derechos civiles que otros. Los derechos fundamentales de toda persona deben ser respetados”, subrayó en un comunicado.
Tras recordar que “en las uniones homosexuales están completamente ausentes los elementos biológicos y antropológicos del matrimonio y de la familia”, porque éstas no están en condiciones de asegurar adecuadamente la procreación y la supervivencia de la especie humana”, aseguró que “en dichas uniones no sólo se niega la posibilidad de la procreación, sino que ante una posible adopción, se le estaría negando al niño la experiencia de la maternidad y de la paternidad”.
El prelado dijo también que “llama la atención que no se haya permitido dar un debate prolongado y profundo sobre una cuestión de tamaña trascendencia y, en cambio, se haya hecho todo silenciosa y sorpresivamente”, y consideró que “esto constituye un signo de grave ligereza y sienta un serio precedente legislativo para nuestro país y para toda Latinoamérica”.
“Como Iglesia, llamamos la atención a todos los católicos, sobre todo a los que están involucrados en la política, especialmente a aquellos que ejercen funciones en los poderes del Estado, recordándoles que resulta un acto inmoral grave el hecho de que un católico apoye la legalización de las uniones homosexuales”, aseveró.
Romanín sostuvo que “reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría convertirlo en un anti-modelo para la sociedad actual, ya que rechaza valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad”.
En nombre de la Iglesia, obispo austral pidió “recuperar el respeto por la familia, ‘lugar afectivo en el que se generan los valores comunitarios más sólidos y se aprende a amar y a ser amado'”.