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Andrés Calamaro, la parte de todos

El cantautor brindó dos impecables. contundentes y rockeros conciertos ante un Luna Park colmado en su capacidad, en la que repaso sus canciones más conocidas en el marco de la edición de su último trabajo, Andrés, en la que hace un resumen de una década junto a la música.
Ante un público, de todas las edades, que colmó la capacidad del estadio Luna Park y que agotó las entradas dos semanas antes de los conciertos, Andrés Calamaro repasó en dos noches sus mayores éxitos con buenas dosis de rock and roll y la elegancia rea del tango apoyado en el estandarte de cuatro guitarras, bajo, teclados, batería y un Calamaro cada vez más afianzado en su rol de frontman, y un afecto popular que fue desbordante en todo momento.

La parte de adelante fue el punta pié inicial de un concierto que fue de menos a más, donde la banda iba de a poco calentando los motores para seguir con Carnaval de Brasil y Mi gin tonic, de la Lengua Popular, para llegar a buen puerto con Donde Manda Marinero.

El primer instante donde la maquinaria rockera avanzó fue con Todavía una canción de amor, pero los decibeles volvieron a bajar para volver afirmar que Elvis esta vivo, y del disco El Salmón hizo su debut porteño Para Seguir para llegar al rock recio con cuatro guitarras que crearon una pared de sonido que recordó a Pink Floyd en The Wall, y la voz de Calamaro entre desangrada pero a la vez entera en El día de la mujer mundial.

Tras el recuerdo a Miguel Abuelo, Pappo, el guitarrista español Guillermo Martín y hacer un breve repasó histórico desde cuando tocó con Los Abuelos en el Templo del box hasta su regreso hace cuatro años junto a Bersuit Vergarabat, llegó el segmento tanguero con Jugar con fuego, desde Honestidad Brutal, acompañado por Tito Dávila en teclados para dar paso a Los Mareados, el clásico de Cadícamo – Cobián y enlazar sin cortes El novio del olvido, Copa Rota, tema emblema que interpretaba en Los Rodríguez, y Estadio Azteca.

“Por el costo de los boletos pueden arrancar y llevarse las butacas”, ironizó AC, y a partir de ese momento el concierto dio un giro y la maquina rockera se disparó y arremetió con El Salmón y sin respiro con Los Chicos dejando al público caliente y sediento de más que fue dado con la metalera, y las guitarras al máximo donde se lucieron Julián Kanevsy, Geny Galo y Diego García, en Días distintos.

El momento de mayor éxtasis y conexión íntima entre la gente y AC fue con Crímenes perfectos, un instante de gloria donde desapareció la barrera entre el escenario y todo el estadio, y en el que el latido popular fue más intenso.

Para el segmento final la intensidad volvió a subir con Me arde, Alta Suciedad y una vez más la confirmación de cuando una canción es elevada al Olimpo por la gente como es Paloma. Luego llegaron los bises con el rock stone Canal 69 para unirlo con el tango Volver y el adiós final con Flaca, y el gesto de abrazo gigante y eterno de AC a todo el Luna Park que durante dos noches de gloria y rock, en la que no solo ratificó su romance con el público argentino sino que bebió de un néctar muy especial: El cariño y el latido del corazón del pueblo.

Los escuderos de El Salmón
Acompañaron a Andrés Calamaro en las presentaciones en el Luna Park Candy Caramelo en bajo, el Niño Bruno en batería, Tito Dávila en teclados y Julián Kanevsy, Geny Galo y Diego García en guitarras.

Luis Viviant
luisv@elcomercioonline.com.ar

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