No solo era celebrar 30 años de vida, sino que también unió en el escenario a dos generaciones de Raíces, lo que aumentaba esta significación de epopeya en tiempos donde todo es fugaz e instantáneo, que Satragni resaltó con orgullo y humildad, y destacó: “hemos hecho un gran esfuerzo para estar acá, no se nos va a escapar”, así fue.
Ese primer acorde de la noche disparó una versión más de “Belmiro”, editado en el disco B.O.V Dombe a finales de los 70, que pobló de espíritu negro y de magia la sala del Teatro IFT, en plano barrio de Once, para seguir moviendo los pies, el cuerpo con “Llegó el tambor”, “Somos todos candomberos” y “Esto es candombe” casi todos atravesados por su versión original.
También el monumental Jimmy Santos ofreció una clase austera pero suprema en la percusión y un solo de voz, que fue ovacionado, sutil y suave, una caricia para el alma.
Luego Satragni en formato acústico deleitó con “Boyero”, una canción dedicada aquellos hombres que pintan las boyas en el Río de La Plata, una suerte de mantra para estos “personajes anónimos”, resaltó Beto.
Muchos daban por segura la presencia de Andrés Calamaro, parte de la grabación del disco-homenaje y de los afiches callejeros pero estuvo ausente en el escenario. Esto no opacó la presentación, por lo que Satragni dijo: “somos los que estamos”, se limitó a decir para luego presentar a Litto Nebbia, y ver juntos en el escenario a los fundadores de dos estilos musicales rioplatenses.
Luego de las palabras de Nebbia agradeciendo la invitación hicieron una versión emotiva e intensa de “el otro cambio, los que se fueron” del Gato Salvaje para luego, el final, elevarse y sostenerse en el sonido de los cuatro tambores en “Esto es candombe” y volver a ratificar que Raíces en 30 años de vida no es solo una forma arte, sino de tocar con alegría, sentimiento, emoción y sobre todas las cosas con libertad y fuego sagrado.
Luis Viviant
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