Pronto Jonathan Bottinelli intentó habilitar desde su propio campo a Bergessio y la pelota picó y sorpresivamente superó el salto de Juan Marcelo Ojeda, por lo que faltó poco para que se abriera el tanteador.
Pero emociones hubo pocas durante un período inicial que volvió a resultar excesivamente friccionado, una característica que ya se torna habitual cuando se miden millonarios y santos.
Entre tantas faltas que se cometieron hubo una tarjeta amarilla muy merecida para el mediocampista azulgrana Cristian Ledesma, quien le entró muy duro a Oscar Ahumada.
En cuanto al juego, River casi no llegó en esa etapa hasta la valla de Agustín Orion y lo mejor que hizo fue una diagonal de derecha hacia el centro de Falcao que concluyó con un remate por encima del travesaño.
En cambio, el equipo de Miguel Angel Russo fue un tanto más profundo y por eso Ojeda tuvo que salir con rapidez para ganarle un mano a mano a Andrés Silvera. En la segunda parte el juego mejoró considerablemente porque los dos equipos, fundamentalmente River, se soltaron.
River creció con Falcao como abanderado, por juego y fuego interior, a quien secundó Galmarini con movilidad, cambio de ritmo y ganas de demostrar que está capacitado para ser titular.
Claro que los de Néstor Gorosito sufren demasiado cuando el balón cae en su área (problema ya crónico) y ese deficit les volvió a costar un gol, el que consiguió Bottinelli de cabeza, al capitalizar una tiro de esquina que envió de zurda el paraguayo Aureliano Torres desde la derecha.
Pero la sociedad Falcao-Galmarini casi inmediatamante a continuación generó una maniobra que derivó en el penal que Sebastián Méndez le cometió al colombiano. Radamel se ocupó de poner el 1-1 desde los doce pasos.
Una segunda combinación entre el cafetero y Galmarini tuvo como resultado el primer gol del ex Tigre con la camiseta de la banda roja. Falcao le ofreció con la cara interna de su pie izquierdo un tributo a Galmarini y el volante que ingresó al área vacío definió con clase y en forma cruzada ante la salida de Orion.
Cuando el clásico estaba 1-1 los dos conjuntos se quedaron con diez jugadores y eso ocurrió por Bergessio y Gerlo se empujaron y discutieron en el área mientras esperaban la llegada de un envío originado con pelota parada.
River pareció que por fin iba a imponerse en un partido del verano de 2009, pero sobre el final hubo un desborde Chávez por la derecha y su envío rasante, tras desviarse en un adversario, desconcertó a Ojeda, quien reaccionó con alguna demora que pagó carísimo.
Así, en otro choque áspero, San Lorenzo le arrebató sobre el desenlace la victoria que River merecía.
