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Camino al cine al Súper Agente 86 se le pierde el humor

Camino al cine al Súper Agente 86 se le pierde el humor
La versión 2008 y cinematográfica de "El Súper Agente 86" que llegará a salas argentinas, transcurre en el presente y abunda de logrados efectos especiales pero carece del humor absurdo que es marca registrada del suceso televisivo.
Casi sin gags y sólo apelando a un puñado de las típicas frases que el espía repetía durante sus delirantes aventuras de espionaje, el filme dirigido por Peter Segal parece olvidar que aquellos recursos verbales eran parte de una estructura dramática y no meros condimentos de un diálogo.

El trabajo de orfebrería cómica que Mel Brooks y Buck Henry desplegaron para 138 capítulos de la serie televisiva que originalmente se emitió entre septiembre de 1965 y 1970, es apenas un recuerdo en esta versión donde lo pomposo también atenta contra aquel clima donde la resolución de los casos tenía mucho de azaroso.

El largometraje llega a cines locales con 105 copias de las cuales 98 están dobladas al castellano con el aporte del doblajista mexicano Jorge Arbizu -el mismo que le puso voz española a Maxwell Smart para la TV- pero el 86 no aparece por ningún lado.

La "culpa" de esa ausencia, no es del sólido comediante que es Steve Carell ("Virgen a los 40", "Regreso del Todopoderoso") a quien le cabe la responsabilidad de encarnar a la criatura creada por Don Adams, sino de un texto que pasa por alto los recursos que dan lugar al chiste, a la gracia, a la situación inesperada.

El gesto adusto y violento con que Estados Unidos asume la cruzada contra lo que denomina "terrorismo", quizá también conspire contra la frescura de un producto que supo imponer el desenfado aún en tiempos del mundo bipolar y la Guerra Fría.

El 86 del cine es un obeso destinado a tareas de inteligencia que, a partir de adelgazar, hace el curso para poder cumplir su sueño de ser espía y obtiene el puntaje más alto de toda la agencia.

Un ataque de KAOS contra la sede central de CONTROL desnuda la estructura de la organización y eso hace que el Jefe (Alan Arkin) determine que Smart asuma el número "86" y deba devolver el golpe en yunta con la 99 (que se operó el rostro y por ello sigue siendo una incógnita para los "malos") a la que asume la bella Anne Hathaway.

La protagonista de "El diario de la princesa" no quiere trabajar con el novato pero la química entre ambos los lleva hasta el romance aunque el caso compartido en Rusia no obtiene las definiciones esperadas y el 86 termina detenido por sus aparentes descuidos.

Pero los yerros de Smart no son producto de aquella encantadora torpeza, sino de un agente doble que le tiende una trampa a la central gubernamental estadounidense.

La huída de prisión y la epopeya para evitar un atentado en Los Angeles contra el presidente anfitrión y varios mandatarios mundiales, adeuda más a James Bond o al Bruce Willis de "Duro de matar" que a la rica e ingeniosa historia que, supuestamente, inspiró a la película.

La impecable factura técnica y un elenco sin grietas en que también se cuentan Terence Stamp, James Caan y Bill Murray, entre otros, forman parte de los estándares de calidad de la industria de Hollywood.

Pero para ver a "El Súper Agente", más vale esperar a que algún canal de aire lo resucite o buscarlo en las grillas de la TV por cable donde Nickelodeon y Retro lo incluyen en sus ofertas nocturnas.

(Télam, por Sergio Arboleya).

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