Durante todos esos años "sabía que lo que hacía estaba mal, que debía estar loco por hacer algo así", aseguró a su abogado, Rudolf Mayer, quien entregó a la revista extractos de sus anotaciones.
Sin embargo, con el paso del tiempo la vida en el sótano de su casa se volvió cada vez más normal para él.
Fritzl, de 73 años, está en prisión preventiva acusado de privación de la libertad durante años, grave abuso sexual e incesto cometido con su hija, con quien tuvo siete hijos, tres de los cuales permanecieron encerrados siempre con ella. (Télam)