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Hillary golpea a Obama pero no convence a los superdelegados

Hillary Clinton es testaruda. Sólo le faltó ponerse a llorar. Sin embargo, logró que Barack Obama se mostrara vulnerable durante el último debate televisivo para las primarias demócratas del próximo martes en Pennsylvania.
Hillary tenía que dar una imagen de mujer fuerte y, de hecho, la dio el pasado miércoles. Habló de su padre y de su abuelo, de la religión, de los cowboys y, también, de un país que tiene el patriotismo metido en las uñas.

Le habló a los demócratas pero, a la vez, también parecía dirigirse a los republicanos y a su candidato presidencial, John McCain, quien cuenta con una gran ventaja ante la indefinición de la interna demócrata.

Obama dijo recientemente que a los trabajadores sin empleo
"los engancha a la religión, a las armas, al rechazo a los inmigrantes, al rechazo al que no es como ellos", lo que fue interpretado como una falta de respeto a las tradiciones estadounidenses.

Para Hillary, era una gran oportunidad y, obviamente, no la desperdició. Dijo que las palabras de Obama reflejan una incomprensión del papel que juega la religión y las armas en Estados Unidos. "Yo no creo que mi abuelo o mi padre se engancharan a la religión o las armas cuando el gobierno no atendía sus demandas".

No fue el único error que cometió el senador que aspira a convertirse en el primer presidente negro de la historia.

Otra vez volvieron a relucir los comentarios de su pastor de la iglesia de Chicago, Jeremiah Wright, quien dijo que lo atentados del 11 de septiembre de 2001 fueron provocados por Estados Unidos y su actitud imperialista.

Es cierto que Obama se distanció de Wright, pero la herida quedó sangrando ante una opinión pública que sigue sensibilizada por el 11S y que, quizás, no admite errores de sus políticos cuando se refieren a este tema.

Sin embargo, los números lo siguen favoreciendo al senador negro, quien cuenta con 1418 de los 2004 delegados necesarios par lograr la nominación, cuando sólo restan disputarse diez internas.

Hillary, en tanto, encabeza las encuestas para ganar en Pennsylvania, aunque según un sondeo del diario The Washington Post y la cadena ABC, publicada el miércoles, 6 de cada 10 delegados desconfían de ella.

Para Patrick Healy, del diario International Herald Tribune, los superdelegados -que seguramente definirán la nominación en la Convención demócrata en agosto, en Denver- no se sintieron influidos por los ataques de Hillary contra Obama.

"La mayoría de los superdelegados dicen que ellos quieren esperar los resultados de las principales primarias demócratas", en Pennsylvania (158 delegados), el próximo martes, Indiana y Carolina del Norte, dos semanas más tarde, antes de elegir su candidato, dijo Healy.

La lucha política ha encendido el debate en las filas demócratas, debido a la conveniencia de elegir un candidato lo más rápido posible para no desgastarse ante los republicanos del presidente, George W. Bush.

Por eso, no extrañó que tanto uno como otro durante el debate dijeran que cualquiera de los dos podría vencer a McCain.

A esta altura de las internas, un 60% de los electores cree que Hillary es la principal responsable del actual clima de división que existe en el partido, según Washington Post-ABC.

Durante el debate, Hillary parecía una odalisca de la política. Incluso sus ironías resultaron demoledoras para Obama, un hombre de bajo pérfil político.

Pennsylvana será una de las claves principales para entender el futuro de la interna demócrata. Si Hillary no gana en forma contundente, quedará fuera de carrera. Sin embargo, fiel a sí misma, seguirá compitiendo hasta el final.

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