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Vecinos de Olivos viven con miedo

Para muchos, el homicidio de Juan Ignacio Mancuso, el canillita de 24 años asesinado la semana última en el barrio La Loma de Roca, en Olivos, fue una muerte anunciada: desde 2003, los vecinos venían denunciando que la zona había sido ganada por la delincuencia. Viven con miedo. Temen ser las próximas víctimas. No se cansan de presentar petitorios en oficinas nacionales, provinciales y municipales.
"Estamos indignados y muy doloridos por el asesinato de Mancuso. Se veía venir un asesinato en el barrio. Nuestras advertencias y nuestro trabajo no se plasmaron en cambios para mejorar la seguridad del lugar", sostuvo a LA NACION Guillermo Medina, uno de los primeros vecinos en denunciar la reiteración de hechos delictivos en la zona.

La de Mancuso no fue la primera muerte. El 27 de enero pasado, en Mariano Pelliza y Rosetti, a metros de la autopista Panamericana, el oficial Luis Barrientos fue asesinado cuando, junto con un compañero, intentó identificar a un hombre que inflaba las ruedas de su bicicleta en una estación de servicio.

La Loma de Roca está próximo al Cementerio Municipal de Vicente López y entre la avenida Mariano Pelliza, Juan B. Justo, la colectora de la ruta Panamericana y Díaz Vélez. Los vecinos están preocupados porque saben que los delincuentes viven o se esconden en la villa Borges, situada dentro de La Loma de Roca.

En algunos casos, los vecinos no se equivocan. Según informaron a LA NACION fuentes judiciales y policiales, uno de los delincuentes sospechoso de haber participado del homicidio de Mancuso, el 28 de marzo último, vive en la villa Borges. Después del hecho, de allí se secuestró un arma calibre 22, que no se descarta habría sido utilizada en el crimen. "El presunto asesino de es un joven de 18 años que ya está identificado. Está prófugo. Tiene antecedentes y habría actuado en complicidad con un menor de edad", explicaron fuentes policiales y judiciales. Lo mismo sucedió con el supuesto asesino del oficial Barrientos. Fue detenido, escondido en el techo de una vivienda de la villa Borges.

Pero las muertes de Mancuso y de Barrientos no fueron excepcionales en La Loma de Roca: el 25 de marzo de 2007, en colectora y Pelliza, asesinaron al sargento de la policía bonaerense Gastón Stichi; el 25 de enero de 2007, en Pelliza y Juan B. Justo, un grupo de delincuentes privó de la libertad al empresario químico Claudio Medín; los arrebatos y robos son frecuentes en la zona.

"Siempre son menores"

"El problema es endémico. Los protagonistas de los robos y hechos violentos son menores. Cuando cumplen la mayoría de edad, caen presos, pero la actividad delictiva la continúan sus hermanos. Lo mismo sucede con la venta de droga: detenemos a los que la distribuyen, pero al tiempo otro agarra el negocio. Sin duda, una de las soluciones principales sería urbanizar la villa Borges, abrir los pasillos para que, entre otras cosas, no se puedan esconder los ladrones y la gente decente viva tranquila", afirmó a LA NACION un jefe policial. En la Municipalidad de Vicente López opinaron en igual sentido.

"Sabemos que la zona es uno de los lugares más calientes en materia de seguridad. Muchos delincuentes utilizan el asentamiento Borges como aguantadero", sostuvo un vocero del municipio.

Según el vocero consultado, resolver el problema de la inseguridad es una prioridad para el intendente Enrique García y sus colegas de San Isidro, Gustavo Posse; de San Fernando, Osvaldo Amieiro, y de Tigre, Sergio Massa. Los cuatro municipios formar un consorcio denominado Región Metropolitana Norte (RMN) que trabaja problemáticas en conjunto. En la última reunión se trató la crisis de la seguridad en la zona.

Subcomando

En 2004, después de una presentación vecinal, en el Concejo Deliberante de Vicente López se aprobó una resolución en la cual se pedía que el Departamento Ejecutivo gestionara ante quien corresponda la instalación de un subcomando de patrullas en la zona denominada La Loma de Roca.

En los considerandos de la resolución aprobada por los ediles, se admitía que en el sector en cuestión se observa "una mayor inseguridad".

Por las quejas vecinales y ante la reiteración de los hechos delictivos, se instaló una comisaría móvil dentro del asentamiento Borges, pero la medida no mejoró la seguridad.

"Vivir en La Loma de Roca es vivir con miedo. Significa tener que ir a la parada de los colectivos para esperar a tus hijos; que los comercios cierren las puertas temprano y que el valor de tu casa decaiga considerablemente, a pesar de que la tasa de alumbrado, barrido y limpieza [ABL] te lo aumentan un ciento por ciento", resumió Medina, que muchos consideran la voz cantante de La Loma de Roca.

Por Gabriel Di Nicola
LA NACION

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