Según los investigadores, los ladrones lograron desarmar al custodio que llevaba un revólver calibre 38 y, al advertir la presencia policial, huyeron disparando sus armas contra los efectivos.
El ataque no fue respondido por la policía ante el peligro que podría representar ante la gran cantidad de personas que se encontraban en el lugar.
Ante esa situación, los policías siguieron a los delincuentes y lograron acorralarlos unas diez cuadras después, en cercanías de las vías ferroviarias.
Allí, los delincuentes, al verse rodeados, depusieron su actitud y se entregaron.