Esto, sumado a intereses personales, hiceron que se embarcaran en Galileo, un velero de 12 metros de eslora rumbo a las Islas Malvinas.
Según manifestaron los arriesgados viajeros, el objetivo del periplo estuvo lejos de connotaciones políticas. "Queremos conocer a los kelpers, saber cómo piensan, cómo viven, y visitar el cementerio argentino", afirmó Carlos Giovannacci.
El viaje comenzó el 29 de diciembre y concluyó exitosamente anteayer, en medio de un clima festivo. Afortunadamente, el periplo se desarrolló sin mayores contratiempos.
No tuvieron que soportar temporales, sólo un período de 20 horas sin que soplara viento, lo que no les permitió avanzar ni una milla, consigna el diario La Nación.
Solitarios
Durante los 12 días que Galileo estuvo en el mar, casi no se cruzaron con ninguna otra embarcación, a excepción de dos pesqueros. Para mantener la energía, los navegantes se alimentaron a base de sopa, poletan, fideos y ensaladas.
Además, al ser sólo dos tripulantes debieron turnarse para dormir (sólo lo hacían durante tres horas seguidas) y si querían descansar al mismo tiempo, no podían hacerlo por más de media hora, ya que debían vigilar el horizonte en forma constante.
La nave estaba sumamente preparada para afrontar el reto: cuenta con un timón con dirección automática, sistema de GPS conectada a una notebook y, una valija satelital para pedir ayuda durante emergencias, además de reportes meteorológicos aportados por amigos y cartas náuticas.
Cuando llegaron a Puerto Argentino en las Islas, "los funcionarios los trataron con máxima deferencia, incluso, uno de ellos les dijo que los problemas son entre los políticos y no entre la gente", señala un parte de la travesía. Actulamente, la pareja está pasando unos días en Malvinas antes de volver a San Isidro.
Galileo es el segundo velero argentino que logra llegar a las Islas desde el conflicto de 1982.
