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Crean una manera de saber por anticipado cuándo una persona es distraida

Cuando la mente divaga, cuando la atención afloja sus lazos y la mirada se pierde en el vacío menos pensado, surge esa extraña sensación del `pensar en nada´. Una sensación que puede durar varios minutos, pero que también puede llegar a tomar apenas unos segundos, o unos microsegundos. Y que, a veces, puede tener consecuencias a muy muy largo plazo.
Es lo que, desde el sentido común, todos conocemos como `distracción´. Un viaje involuntario de la mente y de la atención que, ahora, tendría un indicador científico es decir, una manera de ser medido, sobre todo cuando en una empresa deben analizar candidatos para emplear en oficios en los que las distracciones pueden provocar errores fatales.

De acuerdo con un equipo de psicólogos del University College de Londres (UCL, Gran Bretaña, autores de esta herramienta de `medición´del vuelo mental), la distracción se produce cuando el proceso de la atención es interrumpido por un estímulo que distrae al sujeto de la tarea que realiza.

La psicología moderna considera la distracción como la señal de una atención que se orienta en un sentido diferente al esperado o al necesario. Este proceso es origen a veces de agujeros de memoria espectaculares o habituales, ya que una persona distraida suele ser, para el común de sus congéneres, una persona no fiable.

Bajo sus ropajes de falta de atención habitual o momentánea sobre las cosas de las que normalmente debería ocuparse, la distracción hace que la persona sea absorbida en determinado momento por otro objeto, y esa distracción puede designar asimismo un acto que refleja la inatención de aquel que lo realiza.

Resultado: un desplazamiento de la atención debido, por lo general a la fatiga o a la falta de interés o de motivación sobre lo que se está haciendo. La distracción es siempre el fruto de un conflicto entre dos motivaciones: una consciente y una inconsciente.

No se trata de falta de memoria. En absoluto, la distracción no es más que el desarrollo de una memoria en otro lugar indeterminado, una distorsión de la atención que no es bien conocida por la ciencia psicológica.

Para los psicólogos de la UCL, determinar científicamente el nivel de distracción de una persona y averigüar cómo mejorar los caminos de la atención, podría ser una gran ayuda, dado que las personas que se distraen con mayor facilidad tienen más riesgo de verse involucradas en accidentes.

Nilli Lavie, a cargo de la investigación, asegura que cuando una persona se distrae tiende a hacer cosas que en determinados contextos pueden tener consecuencias importantes. El ejemplo clásico en este sentido es cuando alguien está manejando un vehículo. Y el caso a gran escala más analizado como consecuencia de una distracción con consecuencias catastróficas es el accidente de la central nuclear de Chernobil en la ex Unión Soviética, ocurrido en 1986.

Liderado por Lavie, el equipo de psicólogos de UCL desarrolló un test informático que permite medir la efectividad de las personas y sus tiempos de reacción cuando están expuestas a distracciones. Estos datos permitirán filtrar a aquellos candidatos a determinados puestos que sean más despistados que otros, algo aplicable especialmente en profesiones como conductor de vehículos públicos o pilotos de avión.

Las mediciones
El test (cuyos resultados fueron publicados en la revista de al Association for Psichological Science), se hizo íntegramente por computadora y exigía a sus participantes hallar una letra determinada en una serie dentro de una representación circular, por ejemplo, la X, entre otras parecidas, como la H, la M, la K y la Z.

Mientras esto sucedía, los flashes de otras letras aparecían en los bordes del círculo principal para distraer a los participantes, a los que se les pidió que ignoraran las distracciones y se centraran en la prueba.

Los participantes del estudio debían presionar velozmente la tecla de la letra correcta en un teclado cuando la localizaran entre las demás. Finalmente, los autores del estudio fueron midiendo los tiempos de reacción de cada persona, como así también los efectos de las distracciones en sus ejercicios.


Más difícil, mayor atención
La prueba demostró que los participantes, incluso los más despistados, se distraen mucho menos cuando la tarea que realizan es más difícil.

Esto se debe a que, al realizar una tarea complicada, el cerebro humano maneja una gran cantidad de información relevante, que no le permite procesar al mismo tiempo la información que le distrae. Incluso en estas situaciones, las personas más distraidas son capaces de focalizar su atención sin perder la concentración.

En opinión de Lavie, esto demostraría que, aún cuando una persona sea extremadamente distraida, es factible reducir la tendencia a distraerse con ciertas actividades que reclamen toda su atención. Lavie incluso ha pensado en la posibilidad de elaborar aplicaciones comerciales a demanda del test de distracción.

¿Dónde quedarán la originalidad y hasta las bondades del despiste creativo? Habrá que ver si los científicos, sus pruebas y sus laboratorios, pueden ser realmente capaces de limitar o dirigir a la personalidad individual de la gente.

Por Andrea Gentil
(www.saludyciencias.com.ar)

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