Para el dirigente, “es lamentable que este criterio no se haya aplicado hasta ahora, y es también muy lamentable que otros integrantes del gabinete intentaran defender lo que no podía ser defendido; lo saludable es que la gente percibió de entrada que los argumentos de Miceli eran inaceptables”.
“Queda claro –añadió- que la ministra Miceli no renunció por amor a la verdad ni por conciencia de la equivocación cometida, sino únicamente por el peso de la opinión pública, y que también el gobierno, que al comienzo quiso sostenerla, terminó dejándola caer no por convicción, sino porque no tuvo más remedio”.
A juicio de Narváez, “ahora haría falta completar el trabajo y promover la salida de la secretaria Picolotti de su cargo”, porque “también ella quedó en la mira de la opinión pública por el manejo de los fondos a su cargo, y los desplantes del jefe de Gabinete en el monólogo con que salió en su defensa no convencieron a nadie”.