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Roberto Cossa: “la palabra del escritor es inmodificable”

El creador de “Yepeto” dijo que las obras teatrales plantea un aquí y ahora. “Es un fósforo que se enciende y se apaga todas la noches” y, agregó que el teatro tiene un vínculo de inmediatez con el espectador a través del autor y los actores. “Es la historia lo que seduce al público y quien la presenta el que recupera el texto”, sostuvo.
“¿Debe el autor dirigir su obra?, se preguntó el dramaturgo y creador de la obra “La nona”, Roberto “Tito” Cossa y afirmó con su voz de lija arrugada pero de gran potencia en su saber, “no, una cosa es el texto y otra la puesta en escena. El texto necesita una mirada nueva del director y sobre todo del espectador”.

El presidente de Argentores dijo, invitado en el marco del Ciclo de Literatura del Banco Galicia bajo la consigna “El rol del dramaturgo hoy”, que actualmente y desde la aparición del cine el teatro vio invadido su terreno, porque el séptimo arte “cuando va a consumar un asesinato lo hace con una eficacia tremenda, pero en las tablas siempre hay una simulación y uno puede ver durante varios minutos al muerto respirar”.

Cossa agregó que ante situación el director pasa a ser la figura central y el texto pasa a segundo plano como así también el dramaturgo. Así, “surge el nacimiento del teatro de imagen y esto produce que el placer por leer obras contemporáneas esté en extinción, no lo clásicos que son siempre atrayentes”.

Previo a comenzar con su exposición, el autor de “El viejo criado” dijo que para explicar el rol del dramaturgo iba a ser autorreferencial. Comenzó explicando que entre 1956 y 1976 cada vez que le preguntaban por su profesión siempre respondía periodista – pasó por Clarín, La opinión y El cronista comercial – siendo que su único medio de vida era el de escribir, “el de ser escritor” hasta que un día decidió correr el velo de lo oculto y se afirmó para siempre como escritor.

Consideró que el dramaturgo es una persona que actualmente está expulsada de la literatura, “pero si la dramaturgia está dentro de la literatura, basta con ver la tragedia griega que es una ficción. La crisis no nace en la literatura, expresó, sino en el texto, porque antes existía una relación colectiva entre el actor y el autor, pero al aparecer el director todo se trastocó cambiando aquella primera relación”.

Por otra parte, Cossa remarcó que la dictadura fue benigna respecto a la censura de espectáculos porque nunca recibió una clausura, sobre todo el teatro de Buenos Aires. “No fue así en España, Uruguay y Chile”. Sustentó que en ese pequeño marco de libertad fue vital para la creación de Teatro Abierto en 1981.

“Mientras que en la dictadura el teatro era un fenómeno rebelde, con la vuelta de la democracia y la desaparición total de la censura se les quitó las muletas y tuvo que aprender a caminar solo y ahí se produjo una estacionamiento del dramaturgo”.

Más allá de cierto pesimismo del creador de “Tute cabrero” y de la pérdida de terreno del dramaturgo en tiempos de globalización afirmó: “por suerte sigue habiendo autores tradicionales para que los representes otros, la palabra del escritor es inmodificable, por eso la vigencia de 400 años del Quijote que siempre empieza igual: En algún lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acodarme... Es la historia lo que seduce al público y el actor el que recupera la obra”.

Para Cossa la obsesión del dramaturgo es el escenario, porque la obra plantea un aquí y ahora. “Es un fósforo que se enciende y se apaga todas la noches” y, agregó que el teatro tiene un vínculo de inmediatez del espectador a través del autor y los actores.

“La poesía es un escrito refinado, muy fiel pero la otras de teatro andan por las noches cambiando de marido La señoras de la burguesía serán elegantes, pero las putas son más divertidas”, cerró.

Luis Viviant
luisv@elcomercioonline.com.ar

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