El conductor de la moto de 110 cm3 -identificado por fuentes policiales como Emanuel Ibáñez- salió ileso, mientras que Gastón Reparaz se habría golpeado la cabeza contra el parabrisas del Mégane, por lo que debió ser internado de urgencia.
Ninguno de los dos llevaba puesto casco. Investigadores del caso analizaban ayer si alguno o ambos vehículos habían pasado el semáforo en rojo.
El propietario del automóvil, Ignacio Mezzarrobba, según lo informado por la policía, detuvo su marcha y pidió el correspondiente auxilio, algo que también relató ayer a LA NACION Alberto Reparaz, padre de Gastón.
"Según me han contado, la moto en la que iba mi hijo hizo una maniobra que se está tratando de establecer y un vehículo que venía a muy alta velocidad la atropelló. La policía dijo que iba a 60 kilómetros, pero por las frenadas que quedaron en el asfalto, creo que iba a una velocidad superior. El conductor se detuvo. Lo único que digo es que aquí no hay controles serios de tránsito y que otra vez un accidente se llevó una vida sana, a un chico que nunca le hizo mal a nadie y que esa noche se iba a bailar con sus amigos", contó Alberto Reparaz en el velatorio de Gastón, rodeado de familiares y con un inmenso desconsuelo.
Tras el accidente, la víctima fue trasladada al hospital de Vicente López con fracturas múltiples, contusiones graves y lesiones neurológicas irreversibles. Falleció horas después. "Los médicos no pudieron hacer nada y apenas lo recibieron me notificaron de la gravedad de la situación. Es un dolor interminable porque, para peor, hoy no hay testigos de lo sucedido y nadie nos quiere dar una mano. Gastón hacía dos semanas había empezado en su primer trabajo", dijo Alberto.
El hombre también sostuvo que el amigo de su hijo, que conducía la moto, no pudo contar detalles de lo sucedido porque "está en estado de shock". "El conductor del vehículo hizo su declaración, pero en la policía no me informaron nada", agregó Reparaz.
Sin testigos
LA NACION recorrió el lugar del accidente y no consiguió testimonios de lo sucedido. Empleados de un local gastronómico que está en Maipú y Alberti, y vecinos de la zona aseguraron no haber visto el choque. "¡El auto que mató a mi hijo iba a 120 kilómetros por hora, por favor, tiene que haber testigos! Que la policía castigue a los conductores imprudentes", repetía ayer, entre llantos, Cristina, la madre de Gastón Reparaz.
A su lado, Alicia Soria, vecina y concejal de Vicente López por el Frente para la Victoria, ponía un manto de sospecha sobre lo sucedido. "Habría que ver si el vehículo no venía corriendo una picada. Tengo la sospecha de que la policía lo primero que dijo es que el automóvil venía por el carril rápido. No sé a quién tratan de cuidar", dijo Soria.
En tanto, en la comisaría 1a. de Olivos, donde estaban secuestrados los vehículos participantes de la tragedia, no dieron información del caso cuando LA NACION solicitó hablar con la autoridad responsable.
Por Pablo Tomino
LA NACION
