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Los Médicos que hicieron la autopsia favorecen a Carrascosa

Los Médicos que hicieron la autopsia favorecen a Carrascosa
Dos médicos legistas que realizaron la autopsia de María Marta García Belsunce afirmaron que advirtieron que la víctima había recibido cinco balazos en la cabeza una vez que abrieron su cráneo, porque las heridas estaban cerradas, y descartaron que hubieran sido selladas con pegamento.
En ese sentido, los expertos aseguraron que cualquier persona común e incluso un médico no forense no hubiera podido darse cuenta, en este caso, que las lesiones eran de armas de fuego, ya que se podían confundir con lesiones producto de golpes.

Las declaraciones de los médicos Carlos Flores y Héctor Moreira fueron leídas hoy en la octava audiencia del juicio oral que se sigue a Carlos Carrascosa por el crimen de su esposa y favorecieron al viudo, quien siempre sostuvo que creyó que su mujer había muerto al caer en la bañera y golpearse con canillas.

Los testimonios se introdujeron al debate por lectura, a pedido de la defensa, ya que formaban parte de una causa conexa, en la que el juez de instrucción porteño Marcelo Lucini investigó la falsificación del certificado de defunción de María Marta.

Luego de que el fiscal Diego Molina Pico se opusiera a la lectura -porque ambos médicos están citados como testigos- y el tribunal rechazara su planteo, la defensa logró que quedara asentada en el debate la prueba que más favorece al viudo.

Moreira, forense de la Policía Científica de la Departamental San Isidro, declaró ante Lucini que fue convocado por Molina Pico a la Morgue Judicial de la Nación a fin de practicar la autopsia y que con ese fin fue autorizado a concurrir unos días antes al country Carmel de Pilar, donde García Belsunce fue asesinada.

En la casa, el médico fue recibido por Horacio, hermano de la víctima, quien le indicó la posibilidad de que "se haya golpeado con las canillas del baño", por lo que Moreira tomó una serie de notas, entre ellas las medidas de los grifos.

El 2 de diciembre de 2002, Moreira y Flores, también de la policía científica, concurrieron a la morgue y ambos destacaron en su declaración que el formol había permitido conservar el cuerpo como si la muerte se hubiera producido entre 36 y 72 horas antes, pese a que habían pasado 36 días.

Moreira detalló que el cadáver estaba "con una toalla roja humedecida con manchas y formol que le cubría parte del hemicráneo izquierdo y parte de la cara izquierda", tenía colocada una mortaja y debajo la ropa que la víctima llevaba el día de su crimen.

Cuando comenzaron a revisar la cabeza, el médico aseguró que notaron "hematomas, pero no las lesiones contuso-punzantes (golpes) que se describieron en primera instancia y que luego resultaron ser contuso-perforantes (balazos)".

"A simple vista, sólo se veían las lesiones contusas cerradas, es decir, que no se veía ninguna lesión abierta, no se observaron lesiones producidas por armas de fuego", remarcó Moreira.

El examen continuó con la eliminación del pelo de la cabeza, donde -según el médico- vieron cuatro lesiones "con apariencia redondeada, cuyos bordes estaban encimados, sin apertura, y se confundían con un grupo de lesiones contuso punzantes".

Tanto Moreira como Flores aseveraron no haber detectado la presencia de pegamentos para cerrar las heridas y dijeron que en ese caso, lo hubieran dejado asentado y enviado las muestras al laboratorio para su examen.

Moreira, que en su declaración fue muy puntilloso, dijo que la autopsia continuó con la apertura de los orificios, usando pinzas, para determinar si eran o no de bala, pero no tenían signos de "quemaduras o ahumamiento", como consecuencia de los disparos, y tampoco había agujeros de salida.

Por eso, empezaron a examinar el cerebro, que estaba totalmente licuado, y allí detectaron la presencia de los cinco proyectiles.

Al ser consultado en su declaración sobre qué lesiones tendrían que haber advertido las personas que auxiliaron a María Marta contestó que "no pudieron dejar de ver la llamativa salida de sangre y masa encefálica desde el cráneo".

Sin embargo, agregó: "La persona común, no médico, pudo no haberse dado cuenta tranquilamente que esas lesiones no eran producto de disparos de arma de fuego y en cuanto a un médico no especializado en prácticas forenses, también pudo no haberse dado cuenta".

"Nosotros nos dimos cuenta después que realizamos la autopsia", subrayó Moreira, quien estimó que las heridas podrían haberse cerrado "producto de la putrefacción y el formol".

El crimen de María Marta ocurrió el 27 de octubre de 2002 en su casa del country Carmel de Pilar y, sus familiares siempre aseguraron que la muerte era producto de un accidente doméstico al caer en la bañadera, pero después la mayoría quedó procesada por encubrimiento ya que la autopsia reveló la presencia de las balas.

Además, la familia impidió que la Policía fuera al country el día del crimen, falsificó el certificado de defunción de la víctima y limpió las manchas de sangre de la casa, entre otras irregularidades. (Télam).

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